domingo, 24 de junio de 2012

ZPU: "Revolución"


            De un tiempo a esta parte, no solo desde que apareció la famosa crisis que nos acosa, sino desde que más tarde, nosotros, los ciudadanos, la población, comenzamos a sufrir las consecuencias de “recesión”, han sido muchos lo proyectos que han intentado reivindicar los derechos o los privilegios que hoy en día nos están suprimiendo a marchas forzadas. 

            Los recortes, las políticas neoliberales, provocaron un sentimiento de “indignación” que se quedó estancado en eso, en un sentimiento; y con todo, a pesar de todas las protestas y quejas que se daban en la ciudadanía día a día, hora a hora, a medida que nos bajaban los sueldos, nos subían los impuestos, o violaban nuestro supuesto “Estado de bienestar”, se le concedió el derecho a gobernarnos, y por ende, a sacarnos de esta crisis, a la derecha, democráticamente. Democráticamente, no aprendemos.
 

            Quizá, y solo quizá, no sea la cuestión que nos sintamos indignados; quizá, y solo quizá, ese será el paso previo que está gestando, poco a poco, un sentimiento revolucionario que de verdad pueda ayudar a acabar con esta situación. 

            Como se puede escuchar en esta canción, “Revolución”, del rapero ZPU, parafraseando al Che Guevara: “Déjeme decirle algo, aunque le pueda parecer ridículo: un revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor; amor a la Humanidad, amor a la Justicia, y a la Verdad. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin estas cualidades”.


            Nosotros ya sentimos ese amor; ahora, pongámoslo en práctica.




sábado, 23 de junio de 2012

Las Revoluciones Árabes: Un mundo en proceso de cambio



Recuerdo haber leído en Público la noticia de un joven tunecino que se había inmolado a mediados de diciembre de 2010 por la confiscación de su puesto callejero de venta de fruta. Por aquel entonces, nadie podía imaginarse lo que llegaría a suponer el suicidio de este vendedor ambulante, ni las consecuencias que acarrearía. Desde luego, a mí ni se me pasaba por la cabeza.

Su muerte fue la chispa que prendió el reguero de la revolución en una zona reseca por el despotismo, la corrupción, el escaso desarrollo económico y las desigualdades sociales.

Las protestas se extendieron con rapidez por el norte de África. Los dictadores cayeron en la cuenta de que, en esta ocasión, no les sería tan fácil ignorar a sus respectivos pueblos. Asombrados, vieron sus regímenes tambalearse bajo el peso de las exigencias de los pueblos, que despertaban al fin del letargo en el que la desdicha, la humillación y la miseria les había sumido. Tras caer Ben Ali, el tirano tunecino, la revolución se instaló con fuerza en Egipto a principios de enero de este año, y dieciocho días después de dar comienzo, el general Mubarak se vio obligado a dimitir. La chispa de la revolución alcanzó Libia, la cruenta guerra civil iniciada por Gadafi ha llegado a su fin nueve meses después de la inmolación del joven tunecino tras la muerte del dictador libio.

La revolución no se ha quedado en África. Siria, Yemen, Arabia Saudí, Omán, Bahrein, Jordania, Qatar, etc., también están sufriendo en sus propias carnes la llamada “Primavera Árabe”. Las protestas se suceden en sus calles, y el pueblo se niega a rendirse, a pesar de la brutal represión de la que es víctima. Parece que la revolución no tiene límites.

Y de hecho, ha alcanzado incluso a Occidente. En países como España, Gran Bretaña o Chile se han sucedido numerosos movimientos pacíficos y protestas que en ciertos casos han finalizado con detenciones e incluso violencia policial. Incluso el todopoderoso Estados Unidos está siendo “víctima” de las manifestaciones de sus ciudadanos a todo lo largo y ancho del país.

Por todo lo expuesto, por la vital importancia que han cobrado las revoluciones árabes, no sólo en sus países de origen, sino en todo el mundo, por ello es por lo que he decidido realizar este trabajo.

Mentiría si dijera que no me he sentido fascinada por todo el proceso revolucionario, por la forma en que los pueblos se han rebelado tras tantos años de obediencia y servilismo, por cómo han decidido luchar por lo que creen justo y correcto aun cuando todo estaba en su contra. No se trata de pensar como un iluso, de confiar en que todo vaya a cambiar y por fin tengamos un mundo en paz y libertad.

Seamos realistas. Para creer en algo así hay que ser o muy ignorante o muy idealista. A mi pesar, opino que son los intereses de unos pocos los que mueven el mundo. Pero sea como sea, lo que se ha llevado a cabo en estos últimos nueve meses, lo que se ha logrado, y lo que está por llegar, es más de lo que nadie esperaba.

Un pueblo; un país; un territorio; un continente; un mundo en proceso de cambio. 

AST

miércoles, 20 de junio de 2012

Comentario "Una lección de Historia para derribar los mitos del franquismo"



"Una lección de Historia para derribar los mitos del franquismo" (Jesús Miguel Marcos), páginas 32 y 33 de la sección de cultura del diario Público.

Antes de comentar este artículo de Jesús Miguel Marcos, redactor de la sección de Cultura del diario Público, hablaremos, a grandes rasgos, de la (por desgracia) corta historia de este periódico español.

Público fue fundado el 26 de septiembre de 2007, de la mano de Jaume Roures (empresario y productor cinematográfico español, y accionista mayoritario del periódico), Tatxo Benet, Toni Cases, Juan Pedro Valentín (periodista español) e Ignacio Escolar (blogger, periodista, y director de "eldiario.es").
Con una línea editorial claramente izquierdista, republicana y laica, se consolidó como uno de los periódicos nacionales con mayor tirada.
El 24 de febrero de 2012 publicó, por última vez, su edición impresa; asimismo, la edición digital sigue en activo.

Hecho este preámbulo, pasaremos a comentar el artículo de Jesús Miguel Marcos: "Una lección de Historia para derribar los mitos del franquismo", cuyo enlace a la versión digital del periódico adjuntamos: "Una lección de Historia para derribar los mitos del franquismo" 

Jesús Miguel Marcos parafrasea a Goebbels con su famosa frase "Una mentira mil veces repetida acaba convirtiéndose en verdad no discutida". En esta línea, pone como ejemplo el caso de Bush y la famosa guerra de Irak, cuando convenció a media América y medio mundo de que había bombas de destrucción masiva en el país asiático a fuerza de repetirlo hasta la saciedad.

Hace alusión a Ángel Viñas, historiador, economista y diplomático español, que, en su actual tarea de coordinar una obra colectiva sobre la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo, ha de hacer un parón para atender otra prioridad: aclarar lo disparatado que es el "Diccionario Biográfico español" de la Real Academia de la Historia (financiado con 5,8 millones de euros de fondos públicos, añade Jesús Miguel Marcos), con un claro tinte franquista en sus acepciones. 

La contra respuesta que coordina Ángel Viñas con hasta 33 historiados, el "contradiccionario", titulado "En el combate por la Historia", incluye un exhaustivo análisis "temático y biográfico" de la Historia de España entre los años 1931 y 1975; a Ángel Viñas (y, probablemente, a los colegas que le han ayudado en este proyecto) le parece inaudito que se exalte de una manera tan feroz el franquismo, que se distorsione con tanta facilidad el pasado y que, por este afán de suavizar lo que fue una dictadura, los ciudadanos españoles (sobre todo los jóvenes, recalca Viñas en el prólogo de la obra a la que tuvo acceso el diario Público) desconozca que la dictadura franquista fue la segunda más sangrienta de Europa, precedida por la soviética.

Entre algunos de los mitos de la figura del dictador Franco que se desacreditan tanto en este artículo como en el libro "En el combate por la Historia", en el que se basa Jesús Miguel Marcos para hacer este interesante reportaje, encontramos el galardón que se colgó al general por ser "una de las mentes más brillantes de entre los gobernantes del siglo XX", y un ejemplar estratega; el mito se desmonta alegando que es simple mistificación de la persona del dictador, en el afán de "un puñado" de actuales historiadores y trabajadores de los medios de comunicación (qué decir de Intereconomía) de santificar la vida, obra y dictadura de, como recuerda en varias ocasiones Jesús Miguel Marcos en su reportaje, el portavoz de la segunda dictadura más sangrienta de Europa.


Hecho el resumen de este artículo, a continuación, a comentarlo.

En primer lugar, empezar diciendo que ya no debería sorprender a nadie que este tipo de proyectos se financien con dinero público, de los contribuyentes; podríamos poner un sin fin de ejemplos, pero el que nos parece más esclarecedor en cuanto a instituciones financiadas con el dinero de todos los españoles es ya un clásico: la Corona. Mientras la crisis financiera y económica ahoga los cuellos de casi todos los españoles, los recortes amenazan con acabar con lo poco que queda de algo que se llamaba, en tiempos que parecen demasiado lejanos, "estado de bienestar"; mientras el Gobierno Popular, encabezado por Mariano Rajoy,  recorta en sanidad, educación y servicios sociales hasta 10.000 millones de euros, se siguen financiando proyectos como el "Diccionario biográfico español" (que aunque comparando cifras, ascienda a la suma de 5,8 millones de euros, lo cual parece una minucia, qué bien habría venido, por ejemplo, ese dinero para la educación o la sanidad) o la Familia Real, con 8,26 millones de euros (recordemos que un 2 por ciento menos que en 2011).

Queda patente que, por desgracia, no es de extrañar que la financiación de proyectos de esta índole sea pública; y solo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta de que, en esta España dividida en dos bandos, tampoco es de extrañar que el contenido de este "Diccionario biográfico español" también sea público: el pasado 20 de noviembre empezó a gobernar a esta nación un partido no solo derechista, sino también con un claro corte católico (apostólico y romano), xenófobo, homófobo y, en definitiva, conservador. Que uno de los fundadores de este partido, el "PP", fuese ministro de Francisco Franco (el recientemente fallecido Manuel Fraga), o que nuestro Jefe de Estado, Juan Carlos I de Borbón, fuese elegido a dedo por el dictador, hace patente que la democracia española se creó sobre unos cimientos más que poco sólidos, podridos; en conclusión: la dictadura franquista sigue siendo el pan nuestro de cada día, miremos por donde miremos. Ahí sigue su tumba, en medio de la sierra madrileña, mandada construir a aquellos "rojos" que habían sobrevivido, como de un faraón protegido por los dioses se tratase; ha renacido, en algunos bares de nuestro país, plasmada su cara en un cartel en el que se puede leer "Jodeos, pero al menos conmigo se podía fumar"; por ahí sigue pululando su bandera, en el aniversario de su muerte, en el día de la Hispanidad o incluso en las manos de ultras en partidos de fútbol...

El franquismo sigue viviendo en los corazones de muchos más de los españoles de los que, seguramente, nos creemos; podríamos aludir lo envejecida que se encuentra nuestra población, que seguramente un sector muy elevado de los fieles a Franco durante su dictadura sean los ancianos que vemos por los parques en las mañanas, pero, por desgracia, la juventud también vive anclada en un pasado que ni si quiera le ha tocado vivir, heredando mentalidades retrogradas de una dictadura que nos aisló del verdadero sentir del siglo XX.

Con este sencillo análisis de la realidad, ¿a quién le extraña que siga habiendo proyectos que ensalcen la figura de un dictador que ha sabido seguir generando reclutas y opositores después de más de treinta años de su muerte?

Con lo que nos deberíamos quedar de este reportaje de Jesús Miguel Marcos es con la cara opuesta de la moneda: todavía hay gente con criterio histórico y ético, como Ángel Viñas y sus 33 colegas, que pretende hacer justicia, como añade Marcos al final de sus líneas, esta vez sin sangre. 

MJ


miércoles, 13 de junio de 2012

Periodistas incrustados


La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar la injusticia ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privilegios de clases y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse siempre devota al bien público.
Joseph Pulitzer (1847 – 1911)


Es curiosa esta frase. “Nunca tolerar ni la injusticia ni la corrupción”. “Oponerse a los privilegios de clases y al pillaje público”. “Mantenerse siempre devota al bien público”. Lo cierto es que cada vez que la leo me entra la risa. Me resulta cómico en exceso. Pero ojalá fuesen carcajadas de alegría. Por desgracia, se trata de una risa histérica, una risa que da grima escuchar, tétrica, triste, dolorida. Parece que Joseph Pulitzer hablase de otra dimensión.

 ¿Realmente se puede aplicar esta frase hoy en día? No lo creo. Es más, estoy convencida, y en mi modesta opinión creo que muchos piensan igual que yo, de que la respuesta es una tajante negativa.

¿Cómo podemos afirmar que vivimos en una sociedad donde la libertad de prensa es completa y absoluta si son los mercados los que dirigen a los medios de comunicación? Mandan, ordenan y hacen saber. Sí, señor. A eso lo llamo yo tiranía.

No estoy segura de si Joseph Pulitzer imaginó que el periodismo acabaría convirtiéndose en una profesión tan desprestigiada y, como no, comprada. Quizás sería mejor decir sobornada. La vejación a la que se ha visto sometida destroza los corazones de todos aquellos que siempre hemos soñado con poder ser algún día profesionales de la comunicación, así como los periodistas que han visto desgarrado, descuartizado y destruido el auténtico objetivo de esta profesión.

Visto el panorama, lo cierto es que no me extraña que se de lo que, para mi, es un verdadero insulto para el periodismo, esto es, los llamados “embedded jorunalists”, los periodistas incrustados.

Resulta absurdo que una persona que se haga llamar periodista acceda a cubrir un conflicto informando desde únicamente uno de los bandos, desde una tropa en concreto. Incluso si el sujeto en cuestión intenta ser todo lo objetivo posible, siempre dará una versión tergiversada de los hechos. Desayunar, comer y cenar con los soldados; viajar por el país a bordo de sus vehículos; estar protegido continuamente por ellos;  convivir, en definitiva, día a día con dichos hombres hace que sea prácticamente imposible mantener la imparcialidad. Te conviertes en uno de ellos, formas parte de la “familia”, eres uno más de la pandilla.

¿Cómo ir en contra de aquellos que han arriesgado su vida por ti, que se han enfrentado a balas enemigas por defenderte? ¿Cómo criticar a los que, hablando vulgarmente, te han salvado el culo en incontables ocasiones? En mi opinión, es imposible.

Es por ello que no termino de comprender qué puede impulsar a un periodista hecho y derecho a llevar a cabo semejante locura. Tal vez sea mi ignorancia la que habla. Tal vez se me considere una ilusa por defender ideas como la libertad, la justicia y los derechos. Desde luego no es algo que esté muy en boga últimamente. Pero tal vez lo que se necesite sean algunos ignorantes e ilusos más para recuperar el auténtico espíritu del periodismo, para poder volver a decir, con orgullo y a viva voz, “yo soy periodista”. Solo tal vez.

AST